El juego como elemento potencializador del afecto
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Resumen
El desarrollo físico, psicomotor y del lenguaje cognoscitivo son de extrema importancia para el ser humano, así como también lo es el aspecto afectivo del aprendizaje en las etapas más tempranas del niño, como favorecedor de avances significativos en los demás aspectos del aprendizaje como son el ámbito cognitivo y volitivo. Ahora bien, se reconoce que la importancia del aprendizaje a través de la experiencia y observación es fundamental. También se acepta el papel que juegan en esta etapa, el desarrollo psicosocial y afectivo, así como el gran valor de fomentar la autoestima y la confianza en el niño, puesto que, además de ir fraguándose desde etapas tempranas de la vida, tienen una gran incidencia en el rendimiento escolar y en el aprendizaje. Los sentimientos manejados positivamente, brindan seguridad y confianza al niño y le ofrecen pistas para saber si lo que hace está bien o mal. La propia estima, el valor de sí mismo y el autoconcepto empiezan a establecerse en los primeros años. En este contexto el juego se sitúa como un factor primordial en el desarrollo emocional del niño y por ende del adulto, porque es en el juego donde se adquieren muchas de las habilidades sociales. De igual manera las diferentes dinámicas de los juegos contribuyen en gran medida al desenvolvimiento personal, familiar y social que tienen niños y adultos. A través del juego se manifiestan diferentes conductas, dadas las características y objetivos del juego, dentro de los que podemos encontrar juegos de: presentación, conocimiento, afirmación, confianza, comunicación, cooperación, resolución de conflictos, igualmente estas clasificaciones no se pueden generalizar para todos los grupos culturales y sociales debido a las características que se presentan en cada grupo poblacional.