“¡Mira, un negro!” Elementos para pensar el racismo y la resistencia

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Resumen

Colombian educational institutions are marked by differences: gender, ethnic, racial, social class, learning styles, physical condition, etc. Recent diversity policies celebrate these differences and highlight that we learn from and in diversity. In fact, today schools bring us closer to that other “stranger” in the educational system who appears strange, dangerous and even threatening: he occupies our space, sits next to us, looks at us and speaks to us in a different way. But the issue is not a matter of celebrations, as public policies intend; Differences alone do not create solidarities; historical exclusions, even less so. The “white” is and has been educated to see and interpret the world through the eyes of privilege. The educational institution, since its establishment by Santander and its delivery to the Church, as well as since the establishment of Lancasterism, has repeatedly failed to provide an equitable education, in which everyone fits; not just male, white, Christian, heterosexual citizens of a certain social class. The school carries a historical debt with women, people of African descent and indigenous people, and with people with different physical and mental conditions: deaf people, blind people and a long list of those excluded. New educational policies focused on celebrating diversity, as an abstract good, fail to promote “naive” and superficial changes. Behind the mask of diversity are hidden additive approaches, which add and do not integrate, and which do not critically examine the school as a politically mediated institution in which there is an implication of social, historical, cultural and economic factors, which have historically generated a deeply unequal and oppressive system.

Descripción

Las instituciones educativas colombianas están marcadas por las diferencias: de género, étnicas, raciales, de clase social, de estilos de aprendizaje, de condición física, etc. Las recientes políticas de la diversidad celebran estas diferencias y resaltan que aprendemos de y en la diversidad. De hecho, hoy las escuelas nos acercan a ese otro “desconocido” del sistema educativo que se nos presenta extraño, peligroso y hasta amenazador: ocupa nuestro espacio, se sienta a nuestro lado, nos mira y nos habla de manera diferente. Pero la cuestión no es un asunto de celebraciones, como pretenden las políticas públicas; las diferencias por sí solas no crean solidaridades; las exclusiones históricas, menos aún. El “blanco” es y ha sido educado para ver e interpretar el mundo desde los ojos del privilegio. La institución educativa, desde su instauración por Santander y la entrega a la Iglesia, lo mismo que desde la instauración del Lancasterismo, ha fallado reiteradamente en proporcionar una educación equitativa, en la que quepan todos; no solo los ciudadanos hopublicaciones/mbres, blancos, cristianos, heterosexuales y de cierta clase social. La escuela arrastra una deuda histórica con las mujeres, los afrodescendientes y los indígenas, y con las personas con condiciones físicas y mentales diferentes: las personas sordas, las personas ciegas y una larga lista de excluidos. Las nuevas políticas educativas centradas en la celebración de la diversidad, como un bien abstracto, fallan al promover cambios “ingenuos” y superficiales. Tras la máscara de la diversidad se ocultan enfoques aditivos, que suman y no integran, y que no examinan críticamente la escuela como una institución mediada políticamente en la que hay una implicación de factores sociales, históricos, culturales y económicos, que históricamente han generado un sistema profundamente desigual y opresor.

Palabras clave

Racismo, Identidad, Diversidad, Multiculturalismo, Educación

Materias

Negros -- Condiciones sociales , Discriminación racial , Racismo , Racismo en libros de texto , Educación intercultural , Identidad cultural

Citación